domingo, 17 de noviembre de 2013

Capítulo 8

La noche era fría a causa de las fechas a las que estaban, dos jóvenes caminaban entre el bosque oscuro en silencio.
Ambos vestían unos pantalones negros, un abrigo negro también y una camiseta blanca debajo. Andaban a paso lento y seguro, asegurándose de que nadie les seguía.
-¿Estas bien?-le preguntó el chico de pelo castaño a la chica- no me has dirigido la palabra en todo el trayecto.
-Eh… Si bien, bien-le dijo ella, pero él la paró  para mirarla- esa chica no se merecía lo que le dije, era de nuestro lado y seguramente ahora el teniente Hoffman le castigará a su forma.
-Cierto, sería una buena bastarda-le contestó él,  pero tomó aliento pensando en si debía o no decirle el secreto de Niall.
FLASHBACK
-Te prometí que me mantendría viva, pero es difícil con este cabrón merodeando a mí alrededor a todas horas. Debes estar cerca de mí.
-Si yo no hubiera intervenido, tú ya estarías muerta. Así que por favor, déjate los actos de rebeldía y sé sensata de una vez por todas.- ella asiente con los ojos casi cerrados.- Ahora duerme, cuando te despiertes estarás mucho mejor.- ella cierra los ojos y él le da un beso en la frente.
Louis que lo ha observado y escuchado todo no ve el momento de contárselo a su hermana Abbey, la cual se asombrará aún más que él.
-¿Sorprendido?- el castaño asiente.- Pues como digas algo te corto los huevos, poniéndotelos de corbata y después te vuelo la cabeza, ¿queda claro?
-Le he dicho que estoy a sus órdenes, mi teniente. Jamás contaré nada. Además que me parece un acto precioso el que está haciendo. Dicen que el amor aparece en cada esquina.
-Pero yo no estoy enamorado de ella.- entonces se queda pensativo y reflexiona, porque tal vez sí lo esté.
Se dirigieron a la casa para ir a la habitación del teniente. La muchacha seguía indecisa mirando a Louis el cual les seguía con la mirada seria.
-Por favor coge comida de la cocina, te veo en mi habitación-le dijo el rubio.
El castaño le obedeció mientras su jefe se llevaba a la joven, dejando pensar al inglés si lo hacía para ayudarla realmente o quería hacerla sufrir. Cogió un trozo de pan, un poco de agua y fruta para salir en busca de la habitación de Niall. Subió las escaleras lentamente y pasó los varios pasillos hasta llegar ante la puerta de su superior, respiró profundamente y llamó antes de entrar.
Al entrar la imagen que se encontró fue a Niall de rodillas curándole una herida que tenía en la rodilla. Ella estaba en la silla sentada mirando extrañada como el otro la curaba. Louis entró y dejó la comida sobre el escritorio que tenía al lado del armario. Después de que este le curara las heridas le tendió la comida y ella le miró extrañada “confía en mí, sino no sobrevivirás y sabes que no es lo que quiero” le dijo él haciendo a la joven acceder. Pero ella se paró mirando al castaño fijamente, “tranquila, no diré nada, lo he jurado ante mi superior” le contestó mientras se sentaba sobre la cama a ver como acababa y pensaba, “¿De verdad un nazi puede comportarse así con alguien que no es su raza?”. Cuando acabó de comer ambos se despidieron y él le susurro algo que el otro no pudo entender, cerró la puerta y se sentó en la silla de el escritorio frente a la silla donde hace un instante había estado la morena de ojos azules.
-Se llama Helena ¿sabes? No es una judía, es más bien mestiza al igual que su hermano. Es la persona más valiente y orgullosa que he conocido nunca-habló el rubio poniendo dos copas de whisky, una para él y otra para su compañero.
-Pero señor, sigue siendo judía, ¿acaso está negando la verdad de nuestro líder? –le preguntó  Louis.
-He estado durante años sacrificando, matando y castigando a esas personas-paró para tomar un trago- Me he cansado, yo toda mi vida he obedecido sin pensar, ahora lo pienso y es ridículo, más con una persona como ella que no se ha dado por vencida. No ha tomado el camino fácil como yo, se ha enfrentado a sus peligros con valentía. Sé que no debería haber contado nada pero espero que te quede bien claro que si te atreves a contar algo de lo que ha pasado en esta habitación, te juro que no habrá lugar en el mundo donde puedas esconderte de mí y te haré pagar por haberme traicionado.
-¿Por qué confía en mí?-se atreve a preguntar el castaño de ojos azules- Conoce a Harry mejor que a mí, debería tener más confianza que en mí.
-¿Acaso no has visto la escena que ha montado hoy?-le dijo Niall acabándose la copa-No me importaría morir yo, pero sé que la mataría lentamente teniéndome a mi enfrente para vernos sufrir a ambos. Además llámalo instinto o lo que quieras, pero algo me dice que puedo confiar en ti.
-De hecho, puede hacerlo mi teniente. Esto no saldrá de mi boca al igual que no saldrá de su habitación-le contesto él con una mirada seria pero con una sonrisa sincera.
FIN FLASHBACK
-Entonces… ¿Niall es bueno?-le pregunto la castaña parándose entre los árboles.
-Parece ser que no es igual que Harry- le dijo él siguiendo el camino haciendo que ella se tensara- ¿Cómo te ha ido con él?
-Bien, bien-le contestó ella recordando lo que pasó.
FLASHBACK
Salieron de aquel lugar ambos. Más bien él la conducía hasta donde él quería, así que fueron a un comedor para comer un buen plato de Eisbein. Ella intentaba comer con delicadeza como una buena dama mientras él también se comportaba como un caballero. Para ser un capullo, sabía ser educado. Después de comer se dirigieron a un salón privado donde tomarían algo de té. Estaba decorada con cortinas oscuras y elegantes sillones cómodos,  la mesa con unas tazas de porcelana de color beige junto con unas pastas. Aunque parecía que estaba siendo bastante amable siempre le acababa diciendo algún piropo coqueteando. Pero aunque ella le  seguía la corriente con sus encantos, en su interior sentía nervios.
-Bueno y cuéntame algo de ti, tú ya lo sabes todo sobre mí-le dijo la castaña con una sonrisa coqueta.
-Bueno pues nací en Berlín. Mi madre y mi padre también nacieron allí. Mi padre trabajaba en el ejército, de ahí mis ganas por entrar ya que siempre le admiré por su trabajo y el honor que representaba. Tengo una hermana, Gemma, que es mi hermana mayor. Los tres viven en nuestra antigua casa, yo fui trasladado donde mis superiores,  o sea aquí.-le explicó él remarcando la palabra “aquí” y mirándole a los ojos con una sonrisa- En cuanto a mi adolescencia… Estudié en un colegio mayor privado, donde conocí a Niall. Parece mentira que cuando le conocí fuera un “chico swing” y ahora es un gran teniente.
-Espera, ¿chico swing?-le preguntó esta extrañada.
-Sí. Es decir, el swing es un estilo de baile y música inglés. No es muy bien visto en Alemania, dado que muchos de los compositores son negros o judíos. Pero supongo que no te he contado nada que no supieras-le dijo él y ella cayó en la cuenta, así que le contestó con una improvisación.
-No quería decir que parece mentira que el teniente Hoffman fuera un swing, por favor es inmoral. Esos estúpidos niñatos con música impura-se atrevió a decir ella sabiendo que a ella si le gustaba el estilo de música.
-Me sorprendes, nunca he conocido a una dama con su carácter, señorita Müller- le dijo sonriendo y bebiendo un poco del té.
-Me ofende mi teniente.  ¿Acaso es malo?-le contestó ella con una sonrisa pícara.
-No, no para nada, la admiro además de por supuesto su belleza natural-le explicó él.
-Gracias, supongo que me vendrá de familia aunque usted no se queda corto-le contestó comiéndose lentamente una pasta.- ¿Nunca os habéis encontrado a ningún infiltrado, es decir algún alemán que no defienda nuestra ideología?
-Si es cierto que una vez nos encontramos a una judía que se hacía pasar por alemana, lo cierto es que nos engañó bastante. Ella era rubia de ojos azules, ¿quién se lo iba a imaginar? Pero la descubrimos finalmente-le contestó él.
-¿Cómo lo supisteis?- le volvió a cuestionar tomando otro trago de té.
-Bueno, lo cierto es que jugó con los dos. Intentó separarnos con su cariño por así decirlo y hubo un instante en el que consiguió. Pero un día al pedir unas copas hizo un gesto que no es nuestro típico, era extraño-le contestó él imitándola con el té.
-Oh, menuda estúpida y malcriada -le dijo ella apoyando la mano sobre la mesa al lado de la suya- ¿Qué podría hacerte alguien para que le odies?
-Bueno, sé perfectamente que muchas veces no tengo un comportamiento digno, sino más bien de un capullo pero lo que sin duda no soporto, es la mentira.-le contestó él haciendo que ella se tensara y tragara saliva para hacer una sonrisa falsa- Pero tranquila, a ti nunca podría odiarte-le dijo cogiéndole de la mano y haciendo que ella se sonrojara levemente.
FIN FLASHBACK
Al fin llegaron al lugar dónde habían quedado con sus amigos para informar de lo que estaba pasando, aunque ambos habían quedado en que  no le contarían a nadie lo ocurrido con Niall. Era un círculo perfecto en medio del bosque con algunas rocas enormes en medio de la explanada. “Déjame adivinar mi querido amigo, cuándo salgas de aquí te quitarás ese uniforme, ¿verdad?” Oyeron una voz  provocando una sonrisa a ambos espías que llegaban donde estaba la luz que les indicaba donde estaban sus compañeros, “Te voy a dar algo que nunca podrás olvidar, así siempre se sabrá que eres un maldito nazi” contestaron ambos al llegar. Abrazos se repartieron entre los cinco que habían allí, después se sentaron sobre el suelo de hierba a hablar y ponerse al día de lo que todos habían hecho.



Capítulo 7

-¿Nos has llamado escoria?- dijo el teniente Stiglitz mientras se acercaba a ella para cogerla de su traje a rayas sucio y embarrado. La chica asintió muy segura de ella misma.- Para escoria ya estás tú y todos estos reclusos que no sirven de nada a la humanidad.
-Por lo menos yo estoy trabajando en algo justo aunque sea por obligación y no maltratando a los que son diferentes. ¿Quieres saber por qué nos maltratáis?- el general si soltarla del cuello del traje asintió- Porque os sentís inferiores y tenéis miedo de que os sobrepasemos, porque en el fondo somos mejores que vosotros y, obviamente nuestra comprensión nos hace más inteligentes, por lo cual sólo podéis recurrir a la violencia, ese absurdo deporte de animales. Y si, sois escoria y te trataré como tal.- Dicho esto le escupió en la cara.- Ahora si quieres, mátame. Total, vosotros ya me habéis matado hace mucho.
Abbey observaba desde el otro lado de la sala asombrada por lo que había dicho esa judía. No creía que hubiera alguien con tanto valor para enfrentarse de esa manera a un jodido nazi. Y mientras tanto, ella le había espetado esas horribles palabras. Harry Stiglitz se dispuso a sacar su pistola de la funda para acabar con ella de una vez por todas.
-¿Cómo hago ahora? ¿Me pongo de rodillas dándote la espalda con las manos en la cabeza o me pongo de rodillas mirándote y haciendo tu famoso saludo nazi?- una vez la muchacha dijo esto, el teniente estalló en una carcajada, la cual Abbey no tuvo más remedio que seguir. Cuando estaba a punto de apretar el gatillo, apareció el teniente Hoffman con su ayudante Louis.
-¡No, Stiglitz!- gritó el rubio alarmado.- ¡Te dije que ella era de mi propiedad, sólo mía! Yo me pedí a la señorita Helena Eliana Penz.- después de decir esto, se puso entre la chica y la pistola protegiendo así la vida de Helena.
-Joder, tío. ¿Y por qué cojones no la matas ya? Es un jodido estorbo, una puta revolucionaria que siempre anda armando líos. Yo ya la habría matado.
-No la quiero matar…todavía. Es mi entretenimiento aquí, sino no tendría a quien castigar. Son una panda de débiles. Pero ella es diferente, lucha aunque sabe que morirá y bueno, tiene esperanzas, ya verás cuando se las destruyamos todas una a una.- ella lo mira asombrada. Ha dicho cosas bonitas sobre ella, pero también ha dicho cosas horribles. Entonces recuerda como él curó sus heridas y la salvó de la muerte inminente, pero ahora al oír esto ya no sabe que pensar. Quizás sea el peor de todos y simplemente esté camuflado bajo su “bondad”.
Louis y Abbey también se quedan asombrados. No se esperaban que el teniente Hoffman fuera a salvarle la vida a una judía. ¿Y si se acababa poniendo de su parte? Se hace el silencio por unos momentos y Niall le tiende la mano a Helena, ayudándola a ponerse en pie. Ella accede. Entonces Harry estalla en una risa malvada.
-Ya entiendo lo que pasa aquí.- Hoffman lo mira preguntándole qué.- Ella complace tus deseos y es por eso por lo que te “entretiene”- entonces se acerca a ella chocando sus caras.- ¿Por qué a él sí y a mí no, eh preciosa? Yo te daría más placer, seguro.- ella se separa de golpe.
-No he hecho nada con el teniente, y jamás lo haría contigo ya me dieras más placer o no, eres la escoria más grande de este lugar. Te odio con toda mi alma, imbécil de mierda.- este le da una patada en la barriga y hace que la chica empiece a sangrar.
-A ver si te callas de una puta vez así joder, aprende a respetar a tus superiores.
-Harry, para ya. Déjala en paz, te he dicho que lo que tenga que hacer lo haré yo.- entonces el de rizos se acerca al rubio encarándose.- ¿Qué coño te crees que estás haciendo? Por mucho que tengamos el mismo rango, yo siempre seré tu superior y ya sabes por qué. Siempre me salen las cosas bien, y sabes que ya he matado a más de uno de esta manera, ¿no?- entonces el de rizos se separa.
Niall coge a la chica casi inconsciente en brazos y llama a Louis, este le responde:
-Dígame, mi teniente.
-Nos vamos a mi habitación con la chica. Tú has de venir en todo momento conmigo, siempre que estemos en el campo, excepto cuando vamos a las habitaciones. ¿Queda claro?
-Estoy a sus órdenes, ya lo sabe.- Louis mira a Abbey diciéndole que todo va a ir bien.
-Yo me voy con esta preciosa chica y no con esa judía de mierda, Niall. Como ves, tengo mejor elección- mientras hace esto, le pasa el brazo por los hombros a Abbey.
-Nunca te dejará hacer nada con ella, Harry. Ella no te querrá mientras sigas así. Por mucho que seas mi amigo, la chica judía tiene razón: a veces eres un imbécil de mierda.
Y así se van por sus respectivos caminos, mientras la joven que cada vez está peor lucha por vivir y susurra:
-Te prometí que me mantendría viva, pero es difícil con este cabrón merodeando a mí alrededor a todas horas. Debes estar cerca de mí.
-Si yo no hubiera intervenido, tú ya estarías muerta. Así que por favor, déjate los actos de rebeldía y sé sensata de una vez por todas.- ella asiente con los ojos casi cerrados.- Ahora duerme, cuando te despiertes estarás mucho mejor.- ella cierra los ojos y él le da un beso en la frente.
Louis que lo ha observado y escuchado todo no ve el momento de contárselo a su hermana Abbey, la cual se asombrará aún más que él.
-¿Sorprendido?- el castaño asiente.- Pues como digas algo te corto los huevos, poniéndotelos de corbata y después te vuelo la cabeza, ¿queda claro?
-Le he dicho que estoy a sus órdenes, mi teniente. Jamás contaré nada. Además que me parece un acto precioso el que está haciendo. Dicen que el amor aparece en cada esquina.

-Pero yo no estoy enamorado de ella.- entonces se queda pensativo y reflexiona, porque tal vez sí lo esté.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Capítulo 6

Los rayos de luz pasaban por la ventana iluminando la habitación pintada de beis, la cama deshecha y al fondo una luz asomaba proveniente del cuarto de baño. Louis se estaba afeitando la barba pobre que llevaba con su navaja con su nombre gravado, su favorita. Al acabar se lavó los restos, se secó la cara y puso rumbo a su armario para ponerse el odioso uniforme que debía llevar ante sus compañeros, su jefe y su amiga. Finalizó poniéndose la navaja en su calcetín, el cual tapaba el camal de su uniforme y rumbo a su desayuno, para después asistir a la reunión en el despacho.
Abbey sin embargo se había tomado su preciado tiempo con delicadeza. Había amanecido todo lo sonriente que podía estar una americana encerrada entre nazis, se había lavado la cara y vestido tranquilamente, pieza a pieza. En esta ocasión se preocupo de su vestimenta oficial; Una falda lisa de color marrón claro, una camisa blanca, la chaqueta a juego con la falda junto con un pequeño broche en ella y sus zapatos. Estaba en el baño maquillándose con algo natural, pero una dama siempre ha de estar guapa, aunque sea una subteniente y trabaje para nazis. Es más, con mayor razón ha de hacerlo. Pero en eso llamaron tres veces a la puerta lo que le sobresaltó y le hizo dirigir la mirada a su cama en la cual aún yacían sus dos cuchillos restantes sobre ella. Corrió hacia la cama y los fue a guardar debajo de las sabanas. La puerta se abrió igualmente y un castaño de ojos azules apareció cerrando la puerta dejando escapar un suspiro por parte de la joven.
-¿Eres idiota? –susurró ella, él se sorprendió ante el insulto de su amiga y la miro con una mueca- Pensaba que eras uno de ellos.
-¿Por eso has corrido de un lado a otro de la habitación?-le contestó y ella dejo ver su estuche de artefactos cubierto por las sabanas- Venga guárdalo y vayamos a desayunar.
Ella obedeció lo guardó escondido en el armario esta vez y salió junto a su hermano para ir a desayunar.
 El desayuno fue simple pero completo. Desde luego un completo manjar. Hacía tanto que ambos no disfrutaban de una comida tan exquisita que tuvieron que retener sus formas para no devorarlo en un instante. Últimamente se habían alimentado de lo que podían robar a los alemanes así que es una gran diferencia. Acabaron y se retiraron educadamente hasta el despacho donde le esperaban sus tenientes jefes.
El despacho se abría con una doble puerta de madera oscura, un escritorio con una silla en la parte izquierda y en la parte derecha una amplia mesa con sillas alrededor. Al entrar, como siempre suele hacerse, se saludaron alzando el brazo y diciendo las palabras “Heil Hitler”. Un joven rubio de ojos azules fue el primero en mostrarse ante ellos para presentarse.
-Deben ser el señor Louis Müller y la señorita Abbey Müller, los hermanos Müller de Heilsenberg –le dijo él dejando apreciar sus profundos ojos azules, ellos se miraron asombrados porque supiera la información y asintieron- Soy el teniente Niall Hoffman.
-¡De nuevo vuelvo a verte, que enorme placer para mí, señorita Müller!- le espetó una voz conocida ya para la castaña, la cual se tensó y tragó saliva para mirar al joven de cabello rizado que se acercaba para besar su mano- Y por fin sé tu nombre.
-Lo hubiera sabido antes si me lo hubiera preguntado, mi teniente-le respondió ella más tranquila, aunque la mirada seria de Louis no se había relajado.
-El teniente Harry Stiglitz. Por dios Louis tranquilícese y tome asiento por favor- le dijo él cogiendo una pequeña copa con lo que a simple vista parecía whisky.
-Perdonen a mi compañero pero esta noche ha hecho guardia y necesita mantenerse atento-le explicó Niall a los hermanos- ¿desean tomar alguna cosa o empezamos la reunión?
-No, prosigamos por favor- pidió Louis.
El rubio fue en busca de sus archivos para empezar la reunión. El ruloso seguía sumiso en su vaso casi vacío del cual desviaba la vista de vez en cuando para observar a la muchacha mientras que Louis le miraba fijamente serio y con el ceño fruncido. No le caía demasiado bien, sin embargo la chica de cabello castaño jugaba con él para entretener su escasa espera. Finalmente Niall volvió sacando un gran mapa y una especie de varilla,  poniéndolo sobre la mesa estirado junto con unos papeles.
-Disculpen mi retraso y empecemos –dijo él disculpándose- Esta es la casa donde los altos cargos y algunos soldados se alojan, donde ahora estamos. Por este camino es por donde vamos hasta llegar a las oficinas del campo, donde nos suelen informar de lo que sucede en los pabellones. Si hay algún problema, nosotros acudimos a solucionarlos…-el rubio no pudo finalizar su explicación ya que el teniente de su lado le interrumpió.
-Ya sabéis darle su merecido o castigo, como prefiráis decirlo-les anunció con una sonrisa de lado.
-Como iba diciendo, acudimos a solucionarlos. Si hay algún caso fuera de lo normal o demasiado problemático se accede a la sala 9, donde intentamos que entren en razón y por supuesto no siempre es a las buenas. En estos pabellones los esclavos se distribuyen varias tareas: construcción, cultivos, etc. Luego en este lugar es donde se guardan los uniformes de los oprimidos, aquí donde descansan pero el último es para los más débiles y enfermos. Y ese es el establecimiento.-les acabó de explicar y esperaba la aprobación.
-Bien, ¿cuándo empezaremos? –le dijo el castaño mirándole.
-Primero les debo decir los puestos que ocupan. Louis, usted será mi subteniente y por lo tanto mi ayudante. En cuanto a usted, señorita Müller será la acompañante y ayudante de el señor Stiglitz.- les anunció el rubio provocando una sonrisa interior a Harry- No se preocupen, mañana les enseñaremos las instalaciones para que se puedan ya acostumbrar al puesto.
Después de aquella larga reunión, casi era la hora de comer. Los jóvenes se dividieron, la chica optó por ir a la cocina a beber algo de agua. Llegó a la cocina y varias empeladas estaban haciendo ya la comida. Unas se ocupaban de limpiar la vajilla que iban a utilizar los huéspedes de la pensión. Ella siguió el camino de la parte de atrás que se salía por la cocina y vio a una joven de cabello moreno algo estropeado, ojos apagados azules, la piel pálida donde tenía varias heridas , moratones y marcas. Parecía algo débi, sujetaba una cesta de frutas y verdura. Tropezó con una piedra y cayó al suelo con las frutas. Abbey fue a ayudarla rápidamente asegurándose de que no le veía nadie.
-¿Qué haces?-le pregunto la joven judía- No necesito tu ayuda, maldita alemana de mierda.
-Oye yo no…-intento decirle la verdad pero en el fondo sabía que podía suponer su fin y el de Louis, pero notó una presencia detrás de ella y se preparó para su actuación- ¡Judía estúpida has tirado los alimentos que Dios ha hecho que se cultiven, no solo ensuciados con tus manos impuras sino que encima los tiras a propósito para que no nos valgan, te juro que las pagaras por esto bastarda!
-Y yo que pensaba que eras inocente- le dijo una voz que reconoció al instante, era Harry- ¡No has tenido suficiente esta mañana, deja esos frutos en la cocina y vete a tu sitio, judía!
-Cuanta escoria en un mismo sitio- dijo la joven desconocida siguiendo su camino.



domingo, 22 de septiembre de 2013

Capítulo 5

Nada más salir se encuentra con su hermano Liam, el que sale corriendo en su búsqueda.
-¿Qué te han hecho esos cabrones? Sabes que no me gusta meterme en problemas, pero ya me da igual. Debo defenderte, siempre eres tú la que me defiende a mí y yo soy tu hermano mayor- el chico está a punto de salir corriendo para enzarzarse en una pelea con los nazis pero su hermana lo para.
-Eh, tranquilo, no me han hecho nada. No la cagues tú también como yo lo hice. Debes mantenerte con vida y debes ayudarme.
-¿En qué? Cuéntame.
-Te lo contaré...,- la chica se detiene viendo que hay un gran número de soldados nazis alrededor escuchando la conversación.-pero no aquí.
Cuando están de vuelta a sus respectivos barracones se encuentran a un chico moreno tirado en el suelo que está siendo pateado y Helena recuerda sus innumerables palizas. Está a punto de actuar pero justo en ese momento aparece su salvador.
-¿Otra paliza a otro preso? ¿Primero a la señorita y después a este chico indefenso? ¿Y vosotros os hacéis llamar hombres? Pelear de uno en uno contra él pero ahora no que está herido, yo lo curaré y pelearé contra él.- mira al chico con asco.-  ¡Levanta muchacho y dime tu nombre!
-Mi nombre es Zayn Milch y no necesito que nadie cure mis heridas, me recuperaré solo. No me voy a arrastrar por un vulgar nazi.- los hermanos Penz observan la escena resistiéndose a meterse.
-Anda mira, si nos ha salido gallito el asqueroso.- esta vez no es Niall Hoffman el que habla, sino un nuevo chico. Un chico de ojos verdosos y con el pelo rizo. Mira hacia su izquierda y ve a Helena y la coge de la barbilla dejándola en frente del chico moreno.- ¿La ves?- Zayn asiente.- ¿Ves sus heridas no? Pues eso es lo que te ocurrirá si te pones chulito porque aquí la chica rebelde se lleva palizas casi a diario, y todo por no querer ser nuestra putita. Imagínatelo. Ella podría estar disfrutando de una vida mejor y renuncia a nuestra abundancia por estar con su hermano.- mientras dice esto le está metiendo la mano por dentro del traje mientras ella se resiste.
-¡Déjala ya!- Liam se cansa de aguantar todo eso y reacciona.
-Anda, el hermanito tonto y cobarde. Los Penz, curiosa familia. Aún no os conozco a fondo porque acabo de llegar junto a mi compañero el sargento Hoffman pero nos recordaréis, avisados estáis.
-¿Ah sí? ¿Me vas a enseñar tu abundancia por fin?-  Helena le sonríe mientras pasa el dedo por su torso. El chico sonríe malicioso y asiente. Pero la chica cambia la cara y pone una expresión de rabia.- Tu abundante gilipollez imbécil.- y entonces le escupe en la cara. Él la agarra de los pelos.
-Vaya, parece que le gusta mucho escupir a la señorita. Pues escupe sobre mi escroto, puta.- le baja la cabeza y la deja de rodillas.
-¡Ya basta!- todos se giran para mirar al soldado rubio.
-¿Qué pasa compañero?- le responde el primero.
-Sargento Stiglitz, yo me pedí a esta chica. Esta chica es para que yo disfrute, al igual que el señor Milch y el señor Penz. Tú no les vas a tocar un pelo a ninguno de los tres. Búscate a otra gente, estos son de mi propiedad.- la chica levanta la cabeza mientras deja entrever unas lágrimas tras sus ojos azules. El sargento Hoffman puede apreciar como ella susurra un “gracias” y él le hace un gesto  diciéndole que no hace falta. Harry Stiglitz la suelta.
-Ya que has dicho mi apellido, también diré mi nombre. Me llamo Harry Stiglitz y os acordaréis de mí hasta el día que os vea morir y sufriréis mucho. Desgraciadamente no seré yo el que os haga sufrir, pero aún así disfrutaré viéndoos caer.- dicho esto se va con toda su tropa de soldados detrás.- Adiós, Sargento Hoffman.
-Adiós, Sargento Stiglitz.-se dirige a los otros tres, de los cuales dos están en el suelo.- Yo soy el Sargento Hoffman. Ahora me pertenecéis, al igual que toda la gente que vaya entrando en vuestro grupo, porque ahora sois familia aunque no lo sepáis.- los tres lo miran sorprendido. Le ofrece su mano a la chica ayudándola a levantarse y así diciéndole algo al oído.- Te hice que me prometieras que te mantendrías con vida, cúmplelo.
-Lo siento, pero debía salvar el mayor número de vidas posibles también y es lo que he intentado, lo siento si mi primer intento ha salido mal.
-No importa.- le responde Niall. Vuelve a tender su mano para ayudar al moreno. Éste la rechaza.
-Ya me conozco vuestros grupos. Vosotros sois los peores. Vais de buenos y luego nos las hacéis pasar más putas que ninguno de estos cabrones. Mejor dejarme sólo, siempre me las he arreglado bien así.- está a punto de irse pero ella lo detiene.
-Para, no vayas por tu cuenta por favor. He aprendido que cuantos más mejor y más si tú tienes ese carácter guerrero muy parecido al mío. ¿Acabas de llegar no?
-Sí, pero por lo que veo tú los atraes por tu espíritu y atacan a todo lo que hay a tu alrededor.
-No, ya no me atacarán más. Vamos a usar su lema: “Only the strong survive”. Ahora veremos quién es el más fuerte.- la chica tiende la mano al chico intentando hacer un pacto con él. El chico no parece confiado, pero ella le dedica una sonrisa para que pueda confiar. Finalmente, él le tiende la mano.
-No sé si os habéis dado cuenta, pero el Sargento sigue ahí.- Liam interviene preocupado.

-Por mí no te preocupes, no voy a hacer nada que os perjudique. Sólo manteneros con vida. Mejor iré al cuartel, sino empezarán a sospechar.- empieza a caminar pero se detiene y se gira.- Helena Eliana Penz.- la chica lo mira.- Recuerda lo que te dije, nunca lo olvides.- ella asiente y así siguen buscando la manera de solucionar todos sus problemas.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Capítulo 4

Los copos de la fría y blanca nieve caían sobre el rostro sin cubrir de la joven que yacía en  la carretera solitaria cubierta por la nieve.
Ella llevaba puesto un típico conjunto de una alemana normal y corriente de clase alta; Una falda larga y lisa hasta las rodillas de color granate al igual que su chaqueta a juego con coderas, una camisa blanca por dentro de la falda, un pañuelo atado al cuello de color negro y con detalles blancos, finalmente una capa que le tapaba toda la vestimenta. A su lado un joven un tanto mayor que ella llevaba puesto un polo de color azul marino con una camisa blanca debajo, unos pantalones marrones , unos zapatos marrones y un abrigo gris. Ambos caminaban hasta el mercedes 770K.
-Abbey sabes qué nos jugamos nuestra propia vida con esto, ¿verdad?-le preguntó Louis mientras se quitaba el abrigo.
-Lo se perfectamente- le respondió ella- ¿Pero a caso he de rendirme ante los estúpidos nazis?
-Lo cierto es que no entiendo a Peter, este estúpido plan ha sido ideado por su mente psicópata y no está aquí-le dijo él.
-Tu y yo somos de los únicos que hablamos perfectamente el alemán, italiano e inglés –le dijo ella poniendo sus cuchillos escondidos en el interior de su ropa- Además le pedí ir yo misma.
-Lo sé, por eso estoy aquí- le contestó el mirándola fijamente a los ojos.
-Llevas demasiado protegiéndome, he madurado- le explicó ella junto con un suspiro.
-Ya me he dado cuenta-le dijo con una sonrisa.
-Un consejo. Nunca pidas tres vasos con los dedos índice, medio y anular, sino con el pulgar, índice y medio-le explicó ella seria- Es ridículo pero tu vida puede depender de ello.
El trayecto fue lento y no demasiado agradable, es meterse directamente en “la boca del lobo”. Un inglés y una americana en una casa llena de alemanes nazis, el plan perfecto para unas vacaciones.
Al llegar a su nuevo hogar pudieron observar  la gran casa cubierta por ladrillos de un color rojizo, columnas y ventanas de color blanco adornaban las paredes, la puerta doble y grande también de color blanco, destacaba un espacioso jardín adornado con diferentes árboles y varios matorrales, habían también varios vehículos aparcados en la parte izquierda.
Al entrar ambos quedaron perplejos ante el esplendor de la sala, era amplia, todo hecho de madera. En el centro habían dos escaleras amplias que llevaban a otra parte de la sala. Abbey se quedó tan perpleja que no pudo ver al soldado de delante que les saludó alzando el brazo y diciendo aquellas palabras que le hacían estremecer “Heil Hitler” y su amigo contestó igualándolo con la mirada seria. Después ambos se relajaron y pasaron a saludarse.
-Deben ser el oficial Louis Müller y Abbey Müller, soy el teniente Bruno Klitz -les dijo él invitándoles a adentrarse en la sala de estar- Bienvenidos, Marie enséñale a nuestros nuevos inquilinos sus respectivas habitaciones.
Se dirigieron a las amplias escaleras, antes de subir ella se miró ante el espejo asombrada por su aspecto así que dio un suspiro y se arregló el cabello perfectamente recogido, para seguirles a sus guías. Al subir las escaleras y adentrarse a aquél espacio pudieron ver un gran pasillo con muchas habitaciones en él. Pasearon por los pasillos decorados con una pared lisa y de color verde hasta llegar a una habitación donde Abbey estaba alojada, sin embargo Louis siguió tres habitaciones más adelante y entró en su respectiva habitación.
El dormitorio estaba pintado de un color beige, con una amplia cama. Se dispuso a colocar sus cosas en su sitio y cambiarse para su reunión con sus compañeros y jefes. Sacó su uniforme de color verde bien planchado con sus respectivas medallas puestas, se arregló mirándose al espejo y colocando su pelo a la perfección pero en eso llamaron a la puerta. Él se acercó lentamente y abrió la puerta para encontrarse con una joven de ojos azules tan profundos como el mar, cabello moreno y lacio. Ambos pudieron notar cómo sus respiraciones se aceleraban pero después de un instante así él se aclaró la garganta y ella procedió a su rutina dejándole las toallas sobre la cama, pero se paró ante él para pedir disculpas.
En cuanto a Abbey se quedó un instante admirando su habitación pintada de un color azul cielo muy claro, una espaciosa cama de sábanas blancas, un armario espacioso, una ventana amplia y un cuarto entre abierto donde se encontraba el baño.
Abrió la ventana para que el aire entrara en esa triste habitación, desempaquetó la maleta para ordenarlas en el armario, después se sentó sobre la cama. Fue sacando los pequeños cuchillos escondidos poniéndolos en un pequeño monedero y guardándolo debajo de la cama, notaba como el recogido le estaba molestando así que decidió soltárselo. Seguidamente se dirigió a la puerta para ir en busca de Louis para hablar de cómo se sentían en presencia de los alemanes.
Pero al salir se topó con alguien que hizo que casi se cayera pero él se sujeto y sonrió frente a ella. Era un joven de cabello rizado y unos ojos azul verdosos, pero en ese instante se fijó en la vestimenta que llevaba, no era cualquiera sino un uniforme de soldado nazi.
-Lo siento muchísimo –se disculpó ella- Me dirigía a la habitación de mi hermano, Louis Müller.
-No importa, soy el oficial Harry Stiglitz –se presentó él junto con una sonrisa.
Ella le respondió con una sonrisa y se escapó en busca de el dormitorio de su amigo, soltando el aire retenido frente la presencia de aquél oficial.



martes, 17 de septiembre de 2013

Capítulo 3

Helena despierta lentamente. Está tumbada sobre una cama muy cómoda y piensa que eso no puede ser bueno. Aún no ve con claridad, tiene demasiadas hemorragias pero han sido curadas y vendadas. Fuera está todo completamente nevado y es casi de noche. “¿Tanto tiempo ha pasado ya desde que me pegaron la paliza?” piensa ella. Mira hacia la ventana.
Puede atisbar como un chico de unos 20 años, el cual viste un uniforme de color verde, está sentado de espaldas a ella en una silla al lado de una mesa. Mira por la ventana mientras toma un vaso de whisky. Sin girarse le dice:
-Veo que te has despertado. ¿Te encuentras mejor? No volveré a dejar que te hagan daño, ¿me oyes? Son unos insolentes. Las cosas van a cambiar mucho ahora que estoy yo aquí. –el chico rubio se gira y ella se queda perpleja mirando a sus penetrantes ojos azules. Después cae en la realidad.
-¿Esto es una broma? ¿Es para hacer que mi sufrimiento sea peor? Ya sé lo que pasa aquí. Probablemente te habrán hablado de mí y de lo problemática que soy, con lo cual quieres terminar conmigo de la manera más repulsiva. Lo sé y no tengo miedo, soy fuerte, ya he pasado por mucho.
-¿Te crees que no pongo cosas en juego al salvarte de la muerte segura que te tenían jurada esos soldados?- mientras le dice esto se va acercando a ella.- No quiero hacerte daño. Entiendo que lo pienses pero no voy a permitirlo.
-¿Entonces esto a qué se debe? Hay más de uno ahí fuera que va a morir. ¿Por qué yo y no otro? Ya tengo asumido que voy a morir en este puto campo de concentración por culpa vuestra… nazis de mierda.- lo mira con repugnancia.
-Tanto los odias y no vas a ser tan diferente a ellos. Me odias antes de saber ni siquiera como soy.
-¿Cómo que los odias? ¿Cómo que ellos? ¿Acaso tú no eres uno de ellos? Con tu raza aria, tu pelo rubio, tus ojos azules y tu uniforme verde impecable y tus joyas. Ah, y que no falte tu copita de whisky al lado de tu mesa. Tendrás que desinfectar esta cama, una jodida y asquerosa rata judía ha estado aquí.
-No sabes lo que dices. No sabes quién soy ni como me llamo. Soy uno de ellos pero no pienso igual que ellos. ¿O acaso tú no eres diferente al resto de judíos que hay aquí excepto tu hermano? Dos mestizos, los Penz. De padre alemán y madre judía. Te da igual la muerte, sólo luchas por tu orgullo. Te conozco más de lo que piensas.- Helena lo mira asombrada, ¿cómo sabe todo eso ya?
-¿Puedo hacerte una pregunta?-el chico asiente.- ¿Cuánto tiempo llevo en esta habitación? ¿Por qué has curado mis heridas y por qué me proteges?
-¿No era sólo una pregunta?- sonríe. Pero esta sonrisa es sincera, sin maldad.- Da igual, te contestaré a las tres. Llevamos dos días aquí. He curado tus heridas y te protejo por la misma razón: no te mereces morir de esta manera, has luchado demasiado.- se levanta y va al armario. Saca un traje exacto al que ella lleva. Un traje de rayas blancas y negras que todos los reclusos llevan.- Tengo que quitarte las vendas aunque no se hayan curado del todo. Empezarán a notar que no estás, haces siempre demasiado ruido. ¿Me entiendes no?- ella asiente. Vuelve a quedarse hipnotizada mientras mira a sus preciosos ojos azules y él le quita las vendas poco a poco. Le duele pero no importa, tiene que ser fuerte.- No hace falta que finjas, sé que te duele. Es normal. Ya he terminado de quitarte las vendas, puedes cambiarte ya. –ella mira el traje. Está sucio, como si ya hubiera sido utilizado.- Lo sé, tiene que parecer que nunca te has ido del campo, lo he manchado a conciencia con sangre y tierra, aunque por dentro está completamente limpio.
Helena no se puede creer nada, aquí tiene que haber alguna trampa.  Y lo más alucinante es que aún no ha sacado su carácter guerrero en ningún momento. Ese chico es diferente, le transmite confianza, aunque no debería.
-He terminado. ¿Qué debo hacer ahora? Estoy a sus órdenes mi capitán.- le hace el saludo nazi mientras se ríe.
-Vaya, veo que has recuperado tu fuerza casi por completo.- le vuelve a sonreír. Quita la sonrisa de golpe y se acerca mucho a ella.- Acuérdate de mi nombre. Me llamo Niall Hoffman pero cuando nos veamos en público soy el Sargento Hoffman. Me conoces porque yo fui el que te pegó una paliza más grande después pero me dabas demasiada pena para matarte en ese momento y me podrías dar mucha diversión en la posteridad. Así que cuando supuestamente yo necesite diversión, tú vendrás aquí y podré protegerte ¿vale? Mientras tanto tú tienes una misión a parte.
-Dígame Sargento Hoffman, ¿cuál es esa misión?
-Debes hacer que los reclusos que vayas conociendo quieran luchar por su vida, empezando por tu hermano Liam.- mientras le dice esto se recubre con una especie de plástico. Ella se pregunta para qué es eso. Parece como si él pudiera leer su mente porque automáticamente le contesta.- Este plástico es para que no dejes manchas sobre mi uniforme.
-¿Por qué habría de dejar manchas sobre tu uniforme?- en ese momento él la abraza.- ¿Por qué esto? Ay duele.
-Te tengo que dar toda la fuerza que pueda y ¿qué mejor manera?
-Muchas gracias por todo, no sé como agradecerlo.- mientras le dice esto los dos se van yendo hacia la puerta, hay un papel que deben cumplir.
-Cumple esa misión que te he dicho. Podrás salvar al máximo número de personas. Y prométeme una última cosa.
-¿El qué?
-Prométeme que te mantendrás con vida.
-Te lo prometo.

Y conforme ella dice eso, los dos salen por la puerta del cuartel mientras interpretan sus respectivos papeles.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Capítulo 2

Las hojas bailaban a causa del viento que hacía. Un grupo de jóvenes yacían sobre un barranco natural en mitad del bosque, todos iban armados e vestían chaquetas de color verde apagado, pantalones marrones y botas militares. Tres soldados andaban con dos pistolas apuntándoles hasta llegar ante un joven rubio, donde se arrodillaron apoyando las manos sobre su nuca. Detrás de ellos un túnel que a saber donde llegaba, delante... su peor pesadilla. El joven se giró y se agachó para verles bien.
-Y bien... ¿cuál de vosotros es el sargento?- preguntó serio y tirando su pistola lejos. El del medio miró a sus compañeros y tragó saliva, seguidamente miró fijamente a quien lo había preguntado y levantándose para acercarse a él.
-Sargento Bernard Hardman-dijo con un saludo militar.
-Teniente Frederick Smith, encantado- le dijo este haciendo una mueca- ¿Entiendes mi idioma? Porque Milman estaría encantado de traducir, es un judío austriaco que consiguió escapar; pero sin duda al que mejor conocerás es a Louis Tomlinson, al fin y al cabo mató a tu querido hermano.
-Te entiendo y si sé quién es ese bastardo-dijo el sargento seco.
-¡Muy bien, veo que nos conoces y eso que acabamos de empezar a daros por culo!-dijo él emocionándose y alzando los brazos haciendo que el resto de sus compañeros gritaran con honor.- Esto es sencillo, me das la información que quiero y volarás libre con tu Führer.
- ¿De verdad crees que pienso colaborar?- le escupió en la cara para luego acabar su pequeño discurso. -¡Iros a la mierda, traidores y judíos moriréis todos!-dicho esto al sargento Hardman no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cantar el himno nazi.
-No se esperaba menos honor por su parte mi querido Bernard.-le dijo una joven castaña de ojos azules con una sonrisa mientras le apuntaba con una pistola para que se callara- Veo que se acuerda de mi, sargento. Lo que no sabía entonces era mi nombre. Me llamo Abby Raine y en efecto soy la hija de el teniente Aldo Raine, o fue, claramente.
FLASHBACK
Las paredes oscuras de yeso hacían que aquella habitación fuera todavía más fría. En ella una joven yacía amordazada en una silla con unas esposas en las manos. Miraba fijamente a su agresor con odio y asco, cosa que a él parecía gustarle. Le quitó la tela de la boca y se acercó aún más a ella  para hablarle.
-Por última vez ¿vale, preciosa?- dijo acariciándole su piel sucia y pálida- ¿De qué conoces a Aldo Raine y quién más estaba con él?
-¡Quítame tus putas manos de nazi de encima! ¿Eres idiota o no ves que no te voy a decir nada?-le delató ella haciendo que este se cabreara y empujara una mesita con agua que había. Se volvió hacia ella y le pegó haciendo que esta cayera al suelo y luego la volvió a poner en la silla.
-¿Quieres que te quite las manos de encima preciosa traidora?-le preguntó irónicamente para luego forzarla y empezar a quitarle la blusa e ponerla contra la pared.-Vamos a ver que dura eres después de esto.-dijo mientras empezaba a tocar todo su cuerpo haciéndola estremecerse.
Ella gritaba con todas sus fuerzas mientras las lágrimas le caían sobre el rostro. Le pegaba patadas intentando resistirse pero aun así él era más voluminoso a simple vista y ella una joven indefensa que llevaba alimentándose de agua y una pizca de pan durante días. Él ya estaba listo así que empezó a arremangarle la falda que ella llevaba pero en eso la puerta se abrió de par en par haciendo que ella soltara un suspiro de alivio. Su querido amigo y casi hermano Louis estaba con otro sargento agarrado del cuello en señal de amenaza para el nazi que la estaba violando. Pero él no dudó, así que le corto el cuello con la navaja para que el otro lo pudiera ver con sus ojos azules. Después sacó una pistola y disparó al agresor en la pierna. Cogió las llaves de las esposas de la joven y la liberó de aquel tormento.
FINFLASHBACK                                                               
-No se puede imaginar el tiempo que llevo deseando este momento mi general, ¿me permites tu cuchillo Peter?- le pidió esta al rubio y este le hizo caso. Ella miró al nazi que le había estado agrediendo con una sonrisa malvada en su cara, empezando a sentir la adrenalina de la venganza.-Antes de matarte, cosa que ya debes suponer, voy a darte un regalito. Pero primero quítate el uniforme, no queremos que se manche.-éste se limitó a seguir sus indicaciones hasta quedar en ropa interior.- Este es el regalo que mi padre daba a los nazis que dejaba vivir, pero como tú has sido tan amable conmigo he querido dártelo a ti también.- dicho esto la muchacha lo tiró contra el suelo para luego empezar a dibujarle el símbolo nazi sobre la frente del sargento con el cuchillo. Cuando acabó, lo puso de rodillas y le miró a los ojos.- Di larga vida a mi führer ,para mí.

Después de aquel acto de venganza consiguieron que el soldado más joven hablara dándole la falsa esperanza de vivir, cosa que en cuanto habló Louis se encargó de matar desde lo alto del terraplén.